jueves, 7 de octubre de 2010

Atada de pies y manos.


Nunca, en todos aquellos años, penso que su efimera existencia fuese a acabar asi.
Habia amado, soñado, tocado con las puntas de sus dedos el infinito... fue un ser completo, ahora simplemente era un recuerdo del pasado.
Cuando la vida toca su fin, ya no hay perdones que valgan, ni palabras que arreglen las promesas rotas, no queda espacio para la solucion del arrepentimiento, no queda nada.
Y ella, en aquel cuarto donde tantas noches de pasion habia compartido supo que legaba su fin. No era una noche muy diferente a cualquier otra, pero los acontecimientos de su vida no le daban otra salida, es mas, no la deseaba.
Queria que el final fuese cuando realmente lo deseara no cuando el destino lo impusiera, aunque tal vez ese acto tan cobarde de suicidio era en su ignorancia un cruel acto del destino.
Cuando una persona decide acabar con todo, lo mas probable es que este acabada o quizas no tenga a su alcance la idea de como seguir adelante.
Si ya nada importa, si nada llena, si nada emociona... tarde o temprano llega la desesperacion.
Decidio que aquel era el mejor lugar pues era un sitio donde habia sentido su corazon lleno de gozo.
Y sin poder evitarlo... sintio odio. Odio por su ausencia, porque ya nunca iba a volver, porque al lugar al que habia ido no tenia retorno.
Sintio que estaba atada a un futuro incierto, que aquella era la unica salida, que podia dar gracias de todo lo que habia vivido pero que ahora no quedaba nada mas.
Las historias de la vida tienen muchos finales y aunque la mayoria de las veces no tenemos la oportunidad de decidir como acaba, si que podemos poner de nuestra parte.
Cada uno a su manera... cada uno a su ritmo.
Se tumbo en aquella cama con una dosis indecente de medicamentos en el cuerpo, totalmente segura de que nadie interrumpiria ese sueño en el que caeria proximamente. Llevaba mucho preparandolo, y sabia que todo acababa aquella noche.
Mientras sus musculos se iban relajando, el aroma de aquel cuerpo que tanto habia querido inundo sus sentidos, como si despues de tantos meses el hubiese vuelto a aquella cama.
Una lagrima resbalo por su mejilla cayendo en la almohada y mientras que iba dejando de estar consciente por fin sintio su cuerpo liberado de ataduras, las ataduras de la vida que unen el amor y el dolor.
Que lo unen todo, para bien o para mal, que marcan, que dañan, que regalan suspiros, que acaban con todo y con nada.

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