
Sujeta con esas cadenas ardientes cada resquicio de mi cuerpo contaminado.
No lo ensuciaste tu con tus manos perversas, lo ensucie yo con mi mente enferma, ligeramente atormentada por el deseo.
Me comprometi a ceder cada rincon de mi mente, de mi cuerpo, de mi alma que solo deje que te perteneciese a ti. Con cada azote, mordisco y acto ingenioso que salia de tu poder, yo me sentia plenamente tuya, y eso me hacia sentirme bien.
El ligero dolor que provocabas solo era una mezcla de sumision, locura y alegria, nadie comprenderia nunca los rincones que yo buscaba para encontrar mi propia felicidad. Me gustaba asi, sin seguir un orden ni los pasos que otros antes habian pisado.
Ataste mi cuerpo a tus caprichos y mi corazon a tu pasion, convirtiendome en un ser desesperado de caricias y dominacion.
Tuviste todo ese poder por que yo te lo otorgue y no lo cambiaria por nada.
En cada latido de dolor ardiente, yo me acercaba mas a mis sensaciones mas secretas y alcanzaba a tocar mis emociones mas profundas.